20 octubre, 2012

Volvíamos a bailar sobre la cuerda floja, hasta que se rompió.



¿Qué te ha pasado?
O mejor: ¿qué nos ha pasado?
Antes era uno de los pilares que sujetaban tu vida, los que te servían de apoyo, y ya... Nada.
Ni si quiera una sonrisa por los pasillos.
Pasamos de íntimos confidentes, a desconocidos apartados de la gente.
Nos movíamos por círculos muy diferentes. Quizás eso es lo que hizo romper la cuerda floja sobre la que danzábamos, a punto de caer al vacío.
Pero siempre conseguíamos estabilizarnos, y volver a bailar, para volver a tener ese subidón de adrenalina que convertíamos en cosquilleos por las caderas.
Y es que nos encantaba, ¿eh?
Estar un día bien, y al otro, como si nada hubiese pasado. A empezar de cero.
Empezar con susurros y secretos sentados al final de la clase.
Saludos por las mañanas, quedadas en los recreos.
Todo para que al final, tuviésemos que volver a empezar.
Creo que debo aprender a conformarme con lo que me das.
Por que ahora somos ajenos el uno del otro, extraños que ya no se conocen, que no saben lo que ronda la cabeza, que sólo se hablan para darse los buenos días. No, ni eso.
Y es que, esos párrafos de canciones escritos por ti al azar, aún los conservo en mi pared, pegados para que nadie los quite de ahí.
Creo que todo pasó por ese amor que te callaste.
Ese mismo que no supe descifrar a tiempo, cuando el reloj de arena ya se había hecho pedazos, y estaban esparcidos por el suelo.

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Nubes~